El mes de septiembre es para muchos/as un mes de cambios. Nuevos estudios, nuevas metas y a veces nuevas ciudades. Quienes no son muy amigas de las mudanzas son las mascotas, y si hablamos más concretamente de los gatos la cosa puede ponerse tensa. ¿Cómo podemos facilitar este procedimiento a nuestro gato o gata, para que lo sobrelleve de la mejor manera posible?
¿Toca mudanza? Es habitual que los traslados de domicilio sean motivo de estrés para los felinos, animales territoriales, de fuertes lazos con su entorno. Las consecuencias no son desdeñables: nerviosismo, miedo, agresividad consecuencia del temor y hasta enfermedades en los animales más sensibles. Los gatos sensibles a las mudanzas y los cambios en su ámbito pueden responder al estrés con miedo o nerviosismo inusual. Los animales más susceptibles incluso es posible que pierdan el apetito o desarrollen problemas de comportamiento como reacción al temor -entre ellos, agresividad. Pero, ¿cómo hacer la mudanza con gatos más fácil? Analizamos alguna de las claves.
Muebles que se mueven, cajas que se llenan y se amontonan, ruido… La primera regla de oro antes de una mudanza con el gato es habilitar un espacio en la vivienda donde pueda sentirse a salvo y protegido del movimiento externo. Una o dos semanas antes de la mudanza con el felino, hay que preparar una habitación en casa despejada de muebles, con su cama, cuencos de comida, agua, rascadores y arenero, para que pueda sentirse seguro en ella cuando comience el jaleo del traslado. Esta habitación-refugio puede acondicionarse con una radio o televisión encendida, que amortigüe el ruido exterior del movimiento de muebles del resto del hogar.
Del mismo modo, es importante elegir una estancia en el nuevo domicilio que servirá de refugio para el gato durante los primeros días, mientras el ruido y la colocación de muebles continúan.
Igual de importante que proporcionarle un refugio es pasar tiempo de calidad con el felino durante la mudanza: acordarse de entrar a la habitación para jugar con él o ella, no escatimar las caricias y no descuidar el tiempo de cepillado.
Una casa nueva puede tener algunos peligros para el gato. Peligros que no siempre son fáciles de detectar en un primer momento. Estos incluyen ventanas no seguras para el felino, cableados eléctricos desprotegidos o huecos donde la mascota pueda quedar atrapada.
Por ello, hay que revisar con cuidado el nuevo hogar y eliminar cualquier peligro para el animal. Además, conviene localizar el veterinario más cercano, pues nunca se sabe cuándo puede surgir una emergencia.
La llegada del gato a su nuevo hogar es importante. Una vez que la casa está lista y el movimiento de muebles y cajas ha cesado, hay que abrir todas las puertas y permitir que el felino deambule y explore a sus anchas las habitaciones. Algunos felinos, sin embargo, son de naturaleza tímida y pueden necesitar algo más de tiempo. En estos casos, una buena idea es enseñarles una estancia cada día, para evitar que se sientan abrumados.
Los gatos necesitan viviendas adaptadas a su fascinante personalidad. La nueva casa debe ofrecer al animal espacio suficiente para merodear y tiene que contar con camas colocadas a distintas alturas. También hay que reservar un espacio para el arenero, donde el felino disfrute de su intimidad. Pero, sobre todo, el gato que vive una mudanza precisa que su amigo de dos piernas le proporcione la compañía y el amor que tanto ansía este afectuoso y peludo compañero.